
No basta con estar ocupado.
No basta con servir, correr, hacer todo lo que se te pide.
Hacer mucho no significa que estás creciendo.
Uno de los errores más comunes que veo en líderes jóvenes es este:
Usan toda su energía en hacer… y muy poco tiempo en aprender.
Y tarde o temprano eso pasa factura.
Porque puedes tener buen corazón, pero si no creces en sabiduría, te vas a desgastar.
No se trata solo de tener un llamado.
Se trata de desarrollarlo.
Jesús no llamó a líderes ya formados.
Llamó a discípulos porque tenían disposición para aprender y dejarse formar.
No te conformes con servir bien. Aspira a liderar con madurez.
¿Cómo puedes crecer como líder joven? Aquí van algunos pasos prácticos:
- Busca mentores intencionalmente.
No esperes a que te descubran. Escríbele a alguien que admires y dile: “¿Podría hacerle algunas preguntas sobre liderazgo?”
Sé puntual, honra su tiempo, toma notas. - Lee con propósito.
Escoge un libro al mes. No solo lo leas—subraya, haz anotaciones y compártelo con alguien más.
Un buen libro que no aplicas, es solo decoración. - Haz preguntas con humildad.
En cada reunión o evento, llega con 2 o 3 preguntas que te ayuden a crecer. El que pregunta bien, crece más rápido. - Rodéate de líderes que cargan frutos.
Observa su familia, su carácter, su consistencia.
Lo que admiras, se te puede pegar. - Evalúa y aprende de tus errores.
Después de servir, hazte estas preguntas: ¿Qué hice bien? ¿Qué puedo mejorar? ¿Qué no entendí?
La experiencia no te hace crecer. Evaluar la experiencia, sí. - Pide retroalimentación aunque incomode.
Ve con alguien que te respeta y dile: “¿Qué ves en mí que debo trabajar?”
El que se atreve a escuchar, se atreve a madurar.
El que deja de aprender, deja de liderar.
Pero el que sigue creciendo, aunque nadie lo vea,
un día será la respuesta que otros están buscando.
No te apresures. No te distraigas.
Prepárate con intención, porque tu momento llegará.
¿Estás conmigo?